Abstracción emocional en la realidad digital
Juanna Pedro es un artista visual afincado en el universo Web3. Su enfoque explora la identidad a través de la tecnología y evoca recuerdos afectivos de una era postdigital. El artista deroga el arte impersonal y apuesta por expresar emociones fervientes y memorias íntimas, transformando el mundo virtual en una extensión de su visión.
Tech-Mex
Como él mismo explica, su obra “es una exploración de México, [su] cultura asombrosa y diversidad natural”, interpreta “qué es México y qué significa, mediante el uso de la tecnología”. Esto se traduce en composiciones abstractas que remiten a la arquitectura nacional, patrones visuales y texturas del paisaje local, pero generadas por procesos computacionales. El resultado es una abstracción de formas geométricas y colores vibrantes inspirados en su “colorido y hermoso país”. Juanna toma influencias de la “biodiversidad y cultura mexicanas”, así como de los gráficos digitales y videojuegos de los 90s, sumando tradición y tecnología en un mismo gesto creativo. Sus obras no solo rinden homenaje a México, reivindican la tecnología como un lienzo para expresar la riqueza cultural.
«Paisaje Mexicano» (2022) reimagina las texturas del agua y los reflejos de canales que se descomponen en vibrantes píxeles. «Color Juanna» (2023), reinterpreta los contornos de la flora local a través de una óptica neón y formas abstractas.
Infusión de Nostalgia
Nostalgia digital se refiere al sentimiento que provoca la estética de la tecnología retro. Y por otro lado, se define nostalgia real como recuerdos personales de la vida cotidiana. Pedro sintetiza su propio enfoque: tonos saturados, texturas granuladas y efectos visuales de la web temprana lo transportan a su infancia.
Juanna traslada escenas cotidianas a este marco digital. Montes o canales son reinterpretados como delicados glitches; alimentos tradicionales aparecen como arreglos de bloques de píxeles; y fiestas populares, como explosiones de luz computacional. En su serie «Back2Cool» (2021) explora la interacción humana en un entorno tecnológico expirado, el café internet.
Su nostalgia no es meramente irónica ni analítica (como a veces ocurre en el glitch art contemporáneo), sino cálida y subjetiva: busca revivir en el espectador las emociones que él mismo asocia al pasado. En lugar de mirar con distancia crítica al pasado digital, Pedro lo aborda desde la cercanía emocional, combinando recuerdos reales con la estética de lo retro-digital.
Este juego entre nostalgia real (vivencias auténticas) y nostalgia digital (los sabores visuales de la era informática temprana) define gran parte del carácter fundamental de sus obras.
Memorias digitales
En sus propias palabras, “la memoria es mi fuente principal”. “Recuerdo momentos en el tiempo que tienen significado en mi vida, y trato de pintarlo tal como me lo indica el sentimiento del recuerdo”. No se trata de retratar objetos concretos, sino de «pintar» sensaciones: cada color, forma o textura digital busca traducir el ánimo asociado a un instante fugaz. En su serie «Color Juanna» pretende captar “momentos imperfectos en el tiempo vistos a través de la luz y la saturación”. Estos 18 trabajos únicos arman “una enorme paleta” que explora la intensidad emocional de cada color.
Esta visión de la memoria como algo inevitablemente inexacto se refleja también en su proceso: “La memoria siempre es imperfecta. ... mi trabajo es una exploración de mis recuerdos, todo se trata de imperfecciones y de cómo la combinación de imperfecciones puede resultar en una obra de arte”. El artista deja en sus obras espacio en blanco al azar y errores dentro de sus piezas: glitches, formas torcidas o pixeles desplazados no son defectos, sino elementos expresivos. Cada “error” implícito o accidental, es aceptado como parte de la narrativa visual. Así, las experiencias personales –desde una caminata por la ciudad hasta un sabor típico– son promovidas por su sistema creativo y deconstruidas hasta el límite de lo abstracto, ofreciendo una nueva síntesis emocional.
En «Celebration» (2020) y «Playground» (2023), colores saturados capturan sensaciones en clave
Expresionismo abstracto digital
En su obra late una herencia clara del expresionismo abstracto, pero reinventado en clave digital. Al igual que los pintores como Jackson Pollock o Mark Rothko buscaban plasmar la emoción pura mediante la abstracción, Juanna Pedro emplea algoritmos y píxeles para tensionar la vivencia interior. Las composiciones evaden la figuración: no hay líneas definidas ni perspectivas clásicas, sino masas de color luminosas y formas orgánicas que fluyen en la pantalla.
La imagen «Green Tea» (2019-2023) ilustra esto claramente: volúmenes amorfos en turquesa, coral y verde esmeralda se ondulan como si fueran materia líquida, sin otro referente que la emoción que generan. Cada obra es un motor de afecto sin mediación conceptual.
Cada proyecto refleja texturas y procedimientos propios del software: filtros de degradado, distorsiones fractales, remanentes de interfase —efectos imposibles de obtener con pintura tradicional— que intensifican su carga emotiva. En esencia, se apropia del gesto expresionista clásico (usar el proceso mismo de creación como forma de expresión) pero a través de herramientas contemporáneas.
La obra de Juanna Pedro resulta particularmente relevante hoy por su apuesta de humanizar lo digital. En un momento en que los medios tecnológicos permiten la producción globalizada de imágenes, él introduce la intimidad personal como núcleo creativo. Reivindica que el arte digital puede ser tan subjetivo y apasionado como el arte tradicional.
Contrasta con otros proyectos de nostalgia digital que a veces operan con distancia irónica o crítica; para Pedro, la nostalgia y la emoción nacen desde la primera persona. Convierte el lenguaje de bits y códigos en un medio de introspección. Por eso, en la era digital, sus abstracciones vivas y personales encuentran eco: ofrecen una experiencia estética donde cada trazo electrónico es un pedazo de memoria, conectando lo tecnológico con lo humano en una síntesis poética.